Quisiera dar cuenta de algunas características de
este tipo de secuencia, pero a partir de las preguntas que se suceden en el
aula. Conocer sus rasgos es fundamental para la comprensión y producción de
textos explicativos, que tanto circulan en la formación escolar o académica.
Partamos de su etimología. “Explicar” deriva del latín “ex” (desde) y “plicare”
(doblar, desplegar). De manera compuesta, este verbo dio origen a innumerables
acepciones: desarrollar, ejecutar, describir, descifrar, encontrar, explicar…
Lo cierto es que la secuencia explicativa contesta
una pregunta: qué es o por qué.
¿Para
qué “me sirve” saber esto?
Esta pregunta es muy común en el aula, como si todo
lo vinculado al saber tuviera que tener necesariamente una finalidad pragmática
al instante. De todos modos, todo lo que se aprende en la escuela tiene – a la
larga o a la corta- una aplicación. En este caso podemos decir que haremos uso
de este saber para:
a) Declarar o exponer (poner a la vista, dar a
conocer) cualquier materia, doctrina o texto difícil pero con palabras claras
para hacerlos más comprensibles
b) Dar a conocer una causa o un motivo de cualquier
cosa, llegar a comprender la raíz de algo.
c) Comprender cabalmente textos con estas
finalidades
Vale la aclaración necesaria de que cuando un sujeto
realiza el acto de la explicación, la secuencia explicativa es predominante,
sin embargo, eso no excluye que otras secuencias o tipos textuales
(descriptiva, narrativa o instructivas) se pongan al servicio de la primera.
¿Y
cómo la reconozco? ¿Cómo hago para no
confundirla con otras secuencias?
Ya en otra ocasión (1), vimos que cada secuencia
está ligada a un eje y que en el caso de la secuencia explicativa, ese eje es
lógico. Y ¿qué significa esto? Significa que su propósito es cognitivo, no
emotivo y que su meta es facilitar la comprensión de un determinado saber.
La reconozco porque tiene una estructura conformada
por dos partes muy importantes:
a) El planteamiento del tema-problema (la pregunta).
Este puede ser fácilmente ubicable o no, todo depende de la menor o mayor
complejidad del texto.
b) Su resolución (la respuesta).
¿Por
qué estaba mal mi texto explicativo (redactado en primera persona)?
Como el texto explicativo apunta a ofrecer un saber
acerca de algo, el enunciador (2) se desdibuja, se “borra”, para poner en
primer plano el tema que es objeto de explicación (recordar la función
referencial del lenguaje). Es por eso que suele usar el “se” impersonal (por
ejemplo, “se puede observar que la fotosíntesis es un proceso que consiste en…)
o bien la tercera persona, ya que estos permiten una objetividad mayor (es
decir, ausencia de marcas enunciativas).
¿Por
qué en el libro dice “todos sabemos que la Revolución de Mayo…”? ¿Por qué, en
ese caso, para explicar la Revolución de Mayo” se usa el “sabemos” (primera
persona)?
Esa es una interesante pregunta. Aquí tenemos que
aclarar que ese “nosotros” no se refiere a una identidad real, sino que es una
forma estilística que equivale a “la comunidad científica”, es decir, a una
tercera persona.
¿Qué
significa “identifica los recursos explicativos” en la prueba?
Significa poder dar cuenta en un texto explicativo
si se utilizó una definición, una reformulación, un ejemplo, comparaciones,
etc.
¿Cómo
puedo hacer para no confundirme de recursos?
Generalmente los recursos, si bien están al servicio
de la explicación, tienen algunas diferencias en cuanto a su finalidad. Además
suelen estar relacionados con determinados conectores que pueden ayudar a su
identificación. Trataré de esbozarlo brevemente en este cuadro:
RECURSOS
|
||||
Definición
|
Reformulación
|
Ejemplo
|
Comparaciones
|
|
Para
qué sirve
|
Sirve
para fijar con claridad y precisión la significación de una palabra o
conjunto de ellas.
|
Sirve
para aclarar, desarrollar o simplificar ciertos conceptos que pueden resultar
difíciles de entender.
|
Sirve
para ilustrar cierto principio o ley general.
|
Sirve
para establecer semejanzas o diferencias entre el objeto explicado con otro
que puede ser ya conocido.
|
Conectores
asociados/ Verbos
|
-sintagmas conectados por “ser” o
“significa”. También “se denomina”, “se llama”, etc.
|
-uso
del “es decir”, “ o sea”, “en otras palabras”, etc.
|
Uso
del conector “por ejemplo”.
|
Uso
del “como”, “se parece”, “se puede comparar con”, etc.
|
¿Por qué X encontró una metáfora en el texto explicativo y estaba
bien?
Así como un texto explicativo se puede valer de una comparación para
hacer más entendible lo que se está exponiendo, la metáfora (que en definitiva
es una comparación encubierta) permite, como la analogía, poder explicar algún
concepto demasiado abstracto en términos más concretos y por eso, más
entendible. Por ejemplo, el profesor de Biología para explicar el sistema
nervioso puede apelar a algo más concreto, por ejemplo, a la manera en que
trabajan los empleados en una empresa, puede ser la metáfora de cómo trabajan
las neuronas en el cerebro.
¿Puede ser que uno pueda
confundir fácilmente la secuencia explicativa con la argumentativa?
En realidad, cuando se tiene entrenamiento en el reconocimiento de secuencias
e intencionalidades que tienen los textos, eso no pasa. Lo que puede llegar a
suceder cuando hay un problema de distinción entre ambas secuencias, es quizás,
que muchos recursos utilizados en la explicación (definición, ejemplos,
analogías, etc.) también son utilizados en la argumentación. Sin embargo,
simplificaré en este cuadro algunas notables diferencias:
Explicación
|
Argumentación
|
|
Recursos
|
Como ya dijimos, suelen
compartirse la mayoría.
|
|
En relación al referente al que apuntan
|
Aquí el referente, como saber,
está fuera de discusión, se encuentra legitimado.
|
Aquí el referente es
discutible porque parte de un punto de vista u opinión (hipótesis).
|
Construcción enunciativa
|
El “yo” es el que explica y
trasmite un saber a quien no sabe.
Efecto
de OBJETIVIDAD.
|
El “yo” se mantiene en el
plano de lo opinable y se dirige al tú para convencerlo.
Se manifiesta la SUBJETIVIDAD
del enunciador.
|
Relación de yo-tú
|
Asimétrica.
|
Simétrica.
|
Texto y discurso
He leído, a veces en consignas o en las evaluaciones escolares,
referirse a “texto” como sinónimo de “discurso”, más bien como objetos
concretos de una comunicación que están en relación de equivalencia.
Sin embargo, aunque en la práctica de análisis (de texto, de discurso)
no se pueda disociar uno de otro, me gustaría poder dar cuenta de las
diferencias para evitar confusiones
terminológicas y dejar bien en claro que
ambos conceptos no son equivalentes.
Afirmamos entonces, a grandes rasgos, que el discurso es el “acto y el
producto de una enunciación particular y concreta”, lo que implica tener en
cuenta su dimensión social (1) (quién enuncia, quién recibe el mensaje, cómo,
etc.)
El texto, en cambio, podemos
definirlo como el producto de ese discurso, o bien como la organización de los
elementos que permiten expresar la significación de ese discurso. El primero,
en un plano pragmático; el segundo, en plano más abstracto, esto es, aislado de
su contexto de producción.
Es cierto que esta distinción es bastante problemática. Es verdad que,
como diría Greimás, es difícil sostener esa diferencia entre uno y otro porque
cuando se analiza un texto ( es decir, su coherencia y cohesión, por ejemplo)
se apela necesariamente a procesos del discurso (2)
En otras palabras, en el texto como producto, en las marcas que traman
su tejido, están las huellas de la enunciación, el proceso comunicativo
concreto, como lo son los deípticos (yo, aquí, ayer, ustedes, etc.) y si bien
se visualizan en el texto son realizaciones que ocurren en el discurso.
A pesar de haber hecho esta salvedad, en cuanto a la dificultad de
diferenciar uno y otro término en cuestión, dejamos en claro que cuando hagamos
“análisis de texto” tomaremos este como un producto de la enunciación, como un
recorte, aislado del acto concreto que supone el discurso. ¿Y qué
“analizaremos”? Nos centraremos, entonces, en los criterios de textualidad, es
decir, las características que debe tener un texto para ser considerado como
tal (las decoherencia y cohesión, es sólo una parte) que desarrollaremos en
otro post.
En cambio, si decidimos realizar un “análisis
del discurso” nos centraremos en los agentes de la enunciación, su
intencionalidad, sus mecanismos para asignar sentido, etc., pero sabremos que
necesariamente, en este aspecto, deberemos “tocar” propiedades que hacen al
texto, como las reglas que condicionan la construcción de ese conjunto
significante.
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